En julio de 1969, Neil Armstrong ponía un pie en la Luna y daba un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad. Y lo hizo bien nutrido, gracias a un menú alimenticio especialmente preparado para que, tanto él como Buzz Aldrin y Michael Collins, lo pudieran ingerir durante los días que duraría la misión Apolo XI.
Porque cuando comenzó la carrera espacial a mediados del siglo XX, uno de los problemas que debían resolver en la NASA no tenía nada que ver con cohetes o motores, sino con ofrecer una correcta alimentación a los astronautas -y que estos, además, no se quejaran-.
Comida liofilizada para astronautas
Así que estos investigadores encontraron en la liofilización la respuesta a su búsqueda. Las razones eran muy claras: mantenía el valor nutritivo de los alimentos al tiempo que estos no perdían sabor, y a eso había que añadirle que se trataba de un método de conservación que no necesitaba refrigeración alguna.
Si a eso le unimos el hecho de que la comida liofilizada para astronautas ocupa mucho menos espacio, en la NASA exclamaron el típico “¡eureka!”. Supieron ipso facto que habían encontrado lo que estaban buscando. Y tanto fue así que más de medio siglo después, el menú de los astronautas sigue teniendo como elemento clave la ingesta de este tipo de alimentos.
Largas estancias
El tiempo que los astronautas pasan en el espacio ha aumentado considerablemente desde las misiones Apolo. Ahora llegan a vivir hasta seis meses en la Estación Espacial Internacional y, tal y como apuntó recientemente Grace Douglas, doctora y científica de la NASA, “es necesaria la variedad, así que el menú espacial incluye más de veinte platos diferentes, además de café instantáneo y bebidas energéticas”.
Cabe señalar que muchos de esos alimentos son liofilizados, ya que la vida útil de esos platos ha de llegar al menos a un año. Y con este proceso no solo mantienen sus propiedades y su sabor, sino que además resultan totalmente higiénicos, un aspecto clave a tener en cuenta en un espacio tan reducido.
No obstante, en la actualidad se sigue investigando en formas tanto para preparar como para empaquetar la comida de cara a que su duración sea mucho mayor, ya que parece que no tardarán en realizarse nuevos viajes a la Luna e incluso a Marte. ¿Quién sabe? Quizás el próximo astronauta que dé un pequeño paso o un gran salto en el Planeta Rojo lo haga tomando las frutas liofilizadas de Integrana.

Avances espaciales en tierra firme
Más allá de que nuestras frutas liofilizadas sean consumidas en pleno espacio -no tardarían en convertirse en las favoritas de los astronautas-, en tierra firme ofrecen las mismas ventajas a quienes las comen. Y es que, como ocurre con otros avances impulsados por las agencias espaciales, la liofilización se convirtió en una práctica mucho más habitual en el mercado alimentario después de que aquellos valientes viajaran hacia lo desconocido.A fin de cuentas, si en el año 2005 el Centro Europeo de Astronautas aseguró en un informe titulado “Requerimientos nutricionales para las misiones espaciales” que los alimentos liofilizados satisfacían las necesidades nutricionales de una tripulación, ¿cómo no lo van a hacer en otros ámbitos menos exigentes?