Vuestro blog de alimentación favorito vuelve a la carga –después de unas merecidas vacaciones– con contenido fresco en estos días de calor apocalíptico. Hoy os hablamos de nuestro sitio predilecto: el campo español, cómo no. En particular, queremos mostrar que, en pleno siglo XXI, nuestra agricultura va mucho menos de legones, partidores y sandalias de esparto y mucho más de satélites, sondas y control biológico, es decir de la tecnología en la alimentación

La gestión del agua: una necesidad vital

Lo oímos o leemos todos los veranos: el agua en España se hace cada vez más escasa. Nuestro país es cada vez más cálido y seco a causa del calentamiento global, por lo que gestionar nuestras reservas hídricas es una prioridad absoluta, y esto incluye a nuestros agricultores, cuyo trabajo depende enormemente de la disponibilidad de agua de trasvases o embalses. Entonces, ¿cómo se gestiona el agua en el campo español? ¿Mediante el Tribunal de las Aguas? Bueno, la verdad es que los métodos han mejorado un poquito.

El proyecto FATIMA es un conjunto de herramientas financiado por la Unión Europea que, en colaboración con comunidades de usuarios (agricultores, científicos, gerentes agroindustriales…), permite entre otras cosas mejorar considerablemente la gestión hídrica de los campos.

FATIMA emplea imágenes por satélite y mediciones en suelo (tipo de cultivo y de suelo, sistemas de riego disponibles, etc.) para indicar a los agricultores, a través de una aplicación móvil, cómo y cuánto regar los cultivos con una semana de antelación. Asimismo, los agricultores disponen ahora de sondas hídricas 4G que envían regularmente información precisa acerca del estado de humedad del suelo.¿Impresionados? Pues atentos a lo que viene ahora.

El control de plagas: del bote de pesticida al bote de insectos

¿Quién no ha soñado con tener su propio huerto en casa y se ha comprado una planta de albahaca para ponerla en el balcón? A los dos días, la pobrecita está tiritando, cubierta de pulgón. Al preguntar a nuestro alrededor –en general a nuestras madres, porque si no lo saben ellas, nadie lo sabrá– nos aconsejan rociarla con el fus fus de toda la vida y dejar que se recupere. La verdad es que funciona. Ahora, imaginad ese fus fus multiplicado por 17 millones de hectáreas cultivadas en España. Menuda barbaridad, ¿no?

Ya os hemos hablado de las iniciativas tipo “residuo 0” que emplean modernas herramientas de medición para hacer un uso limitado y razonado de los pesticidas, una solución inteligente a corto plazo a nuestro entender pues se trata de llevar progresivamente a los agricultores a reducir el consumo de estos pesticidas. Sin embargo, esta no es la única solución. 

En el Delta del Ebro, algunos jóvenes agricultores han demostrado que la siembra de flora auxiliar y la suelta de especies depredadoras de las plagas características de los arrozales de la zona permite perennizar colonias de estos depredadores, lo que a largo plazo reduce considerablemente el uso de unas sustancias que suelen acabar en los  cursos fluviales. Bichos que comen bichos que a su vez reducen la cantidad de bichos. No está mal, ¿no? 

Groots: cuando “Blade Runner” llega al campo

Queremos concluir este artículo sobre la tecnología en la alimentación y la agricultura hablando rápidamente de una empresa de Barcelona, Groots. Esta joven start-up se dedica al desarrollo de granjas verticales. Sí, como un campo, pero para arriba.

La alta demanda de cultivos para la producción de biodiesel no es compatible con el empleo de suelos agrícolas para otra cosa que no sea la alimentación, en vistas de la creciente población mundial. Las granjas verticales, pese a no ser rentables en la actualidad, pueden representar una solución para este tipo de problemas técnicos y da la casualidad de que uno de los pioneros en este sector es español. 

Y ahora, ¿seguís pensando que el campo son sólo legones y sandalias de esparto u os habéis convencido de que la presencia de la tecnología en la alimentación es muy nutrida?

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